El despropósito de nuestra “hora Snowden”

Durante el pasado mes de mayo, Edward Snowden, ex-empleado de la  Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense, filtró a Glenn Greenwald, periodista de The Guardian, más de 20.000 documentos sensibles o clasificados que previamente había sustraído de los servidores de la NSA. Esta filtración no solo inquietó al gobierno estadounidense, sino que también puso en alerta a muchos aliados del país e irritó al resto de la comunidad internacional.

A mediados de agosto, tres meses después de iniciarse la publicación de los documentos filtrados por Snowden, el Ministerio de Asuntos Exteriores de nuestro país, imitando a la mayoría de nuestros aliados, solicitó a la embajada estadounidense en Madrid, por aquel entonces huérfana de embajador en plaza, aclaraciones sobre si España había sido espiada o no por Washington. El encargado de negocios de la embajada estadounidense comunicó al subdirector para América del Norte del Ministerio de Asuntos Exteriores que haría lo posible para facilitar estas “ansiadas” aclaraciones. A fecha de hoy, en el Palacio de Santa Cruz todavía las están esperando.

A finales del pasado mes de septiembre, Glenn Greenwald informó de que en breve serían dados a conocer los datos que evidenciaban el espionaje de la NSA sobre Francia y España.

El pasado lunes 14 de octubre, en Francia se consumaba su “hora Snowden”. El periódico Le Monde publicaba  que la NSA había recopilado información  de más de  setenta millones de llamadas telefónicas  en suelo francés. ¿La reacción del gobierno Hollande? La previsible. Sorpresa fingida, indignación y llamada a consultas al embajador estadounidense en París.

El martes, tras lo sucedido en Francia, el ministro Margallo declaro que al gobierno “no le consta” que los Estados Unidos hayan espiado a/en nuestro país. Y hoy mismo sabemos que miembros de nuestro gobierno reconocen el espionaje pero lo encuadran en la época del gobierno Zapatero.

Nuestro ejecutivo ha tomado el camino de la inconcreción, la evasión y el absurdo juego de encuadrar el espionaje en tiempos pretéritos, cuando el sentido común y la prudencia invitaban a un silencio reflexivo desde el cual poder llevar a cabo una gestión lo menos traumática posible de nuestra “Hora Snowden”.

Todo lo que rodea a nuestra “Hora Snowden” se ha convertido en una hoja que nos  impide ver el bosque. Un bosque que debe crecer sobre el reconocimiento de la importancia estratégica del ciberespacio para el desarrollo social, económico, cultural y político así como para la seguridad y defensa de nuestro país desde la comprensión del problema y la determinación política.

Es preocupante esta falta de visión estratégica a todos los niveles de nuestro gobierno y nuestra sociedad.

Posted on 25 octubre, 2013 in Defensa, Seguridad

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